Había merchandising de todo tipo en las tiendas, pero lo que nos fascinó fue una zona en concreto del evento (Asian Party creo recordar que se llamaba) en el que emitían sin parar videoclips de estos grupos (que a ojos profanos son las boy band y girls group de toda la vida pasadas por el filtro oriental y con el acento puesto en las cuidadísimas coreografías) y había una legión de chavales que bailaban y cantaban una tras otra, sin descanso. Ya había notado que las pocas noticias al respecto que asomaban a nuestro medio tenían un éxito que nos resultaba sorprendente (más caso deberíamos hacer a esta música); en mi cuenta de twitter me siguen unos cuantos (y yo también a algunos) aficionados a esta música; hay varias listas sobre los mejores grupos de k-Pop creadas por los lectores de 20minutos con decenas de miles de votos y algunos contenidos he leído tiempo atrás sobre este fenómeno, que no es nuevo: ya en 2014 mi compañera Bea Langreo escribía que el K-Pop estaba invadiendo occidente describiendo sus características: las coreografías milimétricas, el colorido, camisetas de futbol la variedad de estilos musicales… El término k-pop no me resultaba desconocido. Pero en lo que quería poner el acento era en otro aspecto muy presente que encontramos allí: la música pop coreana o K-Pop.
Nos ha costado mucho abandonar progresivamente al pop español en una cuneta con intención de, algún día, terminar de ignorarlo del todo, para que ahora vengan unos coreanos a rematar al muerto por nosotros. Yo creo que esto no fue algo que importara mucho a Umbro, porque quizá fue una camiseta pensada no tanto para los futbolistas, sino más bien para los hinchas, que como sabéis, en las Islas se pirran por comprar equipaciones de sus ídolos. Lo que tengo claro es que nunca es buena idea despreciarlo de entrada, aunque solo sea porque el respeto a los gustos del otro debería estar siempre presente, y que también aquí puede ser posible compartir intereses (aunque no sea obligado, si algo no nos gusta, bien está). Aunque sus consejos en materia de tejanos son fáciles: han que ser lo más «pegados y bajos de cintura» posible. Aunque son datos positivos para la televisión en España, están lejos todavía de las grandes potencias de este deporte.
España, en 1978 (RTVE). Esta es la época del Mundial de 1950, de la Eurocopa de 1962 o de la presencia en el Mundial de 1978. Estas camisetas están descatalogadas, pero réplicas de este modelo de la década de los 70 las podéis encontrar en la tienda de camisetas retro de fútbol Retrofootball. Fue en esta época en la que se introdujo el propio escudo del país, esto es, con el águila. Yo tengo especial predilección por una en concreto, de la que he hablado alguna vez en el blog, con la excusa de su vestuario, de algún protagonista o de la verdadera historia que la inspiró. Letizia tiene especial predilección por las camisetas de la línea Orange de Hugo Boss cuyo precio ronda los 50 euros (un ejemplo más de que el buen gusto no es cuestión de dinero). En un mundo que mueve cada vez más dinero y una docena de marcas deportivas, Daniel Evans es una enorme rareza.
Para que esta enorme estación funcione es necesario el trabajo coordinado y constante de más de 230 personas, entre agentes, oficinistas, personal de servicio al cliente, real madrid shop maquinistas y trabajadores de limpieza. A saber qué hay cuando Julia, que ahora tiene ocho años, tenga dieciséis. Ya cometimos el error en su momento de consentir que Antonio Molina, Joselito o Luis Mariano fuesen sustituidos por el sonido británico de los Beatles y los Rolling Stones, que al poco tiempo mutarían en réplicas patrias como los Bravos, los Sírex o Fórmula V. No podemos volver a transigir medio siglo después y aceptar que ahora Corea nos prive de referentes culturales propios como Edurne, David Bisbal o Melendi. El clímax de la película es el momento en el que Baumann va a lanzar el penalti ante un inexperto Stallone, que pese a ello, detiene la pelota y salva el empate, humillando así a los alemanes.